Las tribus urbanas en el desarrollo de la identidad

  Durante la adolescencia hay varios aspectos psicológicos que son importantes de mencionar como: la búsqueda de sí mismos y de su identidad, la necesidad de independencia respecto de las figuras parentales y la relación conflictiva con los mismos. Además de la evolución del pensamiento concreto al abstracto, comienza a aparecer una actitud social reivindicativa, hacerse más analíticos, formular hipótesis, corregir falsos preceptos, considerar alternativas y llegar a conclusiones propias. Un aspecto fundamental son las crecientes manifestaciones y conductas sexuales con desarrollo de la identidad sexual. Por otro lado, se presentan contradicciones en las manifestaciones de la conducta. Lo anteriormente mencionado, nos lleva a pensar que una tribu urbana es una manera de responder a estos aspectos psicológicos, formando parte de un grupo de personas que se comporta de acuerdo a las ideologías de una subcultura.
 La construcción de los subgrupos sociales es un fenómeno que se inicia principalmente en la adolescencia, eventualmente sucede en el nivel Secundaria, aunque también es tomada en el nivel de la primaria. Es la necesidad que mueve al ser humano a integrarse a un subgrupo, la necesidad de aceptación, de integración a la sociedad, que es algo común y vital en todos los seres humanos.    En la adolescencia esta necesidad es apremiante, puesto que el niño-joven se está reconstruyendo al margen de su núcleo familiar y las exigencias sociales, buscando la compañía y protección en sus pares.



 El adolescente que entra al mundo social, observando la variedad de opciones que existen para integrarse, busca siempre aquel por el cual pueda tener alguna simpatía. Su decisión dependerá de las cualidades sociales que adquirió en su infancia, así como de las experiencias que vaya teniendo. Si se tiene en mente que la formación de la identidad es el logro más importante a obtener en este periodo, en la adolescencia se presenta dos necesidades, ser aceptado por sus pares y conformar su identidad. Para lograr lo primero el sujeto adopta conductas de sus pares o idea sus propias mismas que le servirán como pase ha dicho subgrupo. Por otro lado, la identidad, a pesar de ser algo que se construye y cambia a lo largo de la vida del sujeto, es en la adolescencia donde se definen características muy importantes de la misma, por ejemplo, la orientación sexual, la orientación neurótica de su conducta, la posible aparición de trastornos de personalidad, la conducta delictiva, adictiva etc.




  Además de las conductas, la convivencia con sus pares puede generar en el adolescente esquemas de pensamiento, entendiendo a estos como “la forma de ver el mundo”. Los esquemas generan conductas y las conductas cambian o retroalimentan sus esquemas. Esta fase es una de las más importantes ya que acá se genera su pensamiento, sus ideales, su percepción: la forma de ver la vida. Estos esquemas van cambiando conforme al sujeto que va creciendo, al menos en la mayoría de los casos así es.
  "Hay cuatro pilares que sustentan la identidad de una tribu: una estética, el estilo de música, los lugares frecuentados y un lenguaje; eso, sobre la base de una ideología en común, que aunque muchas veces se enmascare como falta de ideología, siempre está allí, subyacente, ya que la no ideología es una ideología" apunta María José Hooft. En el grupo, el adolescente busca una razón de ser, un Ideal del Yo, una imagen que le de seguridad, que tranquilice su inquietud interior y le devuelva el sentimiento de su valor. Cuanto más débil e indefenso se sienta, tanto más buscará a los otros e intentará identificarse con ellos, incluso a costa de renunciar de las propias características diferenciales de su personalidad. El grupo va a permitir al adolescente afirmarse con toda seguridad. En medio de seres que piensan y sienten como él, sabe que puede olvidarse de sus actitudes defensivas, expresarse libremente sin temor a no ser comprendido o tropezar con la sonrisa irónica y de superioridad del adulto. Aquí se le toma en serio y encuentra un ideal y unos valores a la medida de sus aspiraciones.


  En principio no habría razones concretas para pensar que una tribu urbana tenga como característica inherente el hecho de ser un riesgo para la salud psíquica de quienes la integran.  Es más, las tribus sirven de grupos de contención y de desarrollo de un psiquismo en plena reorganización. Y en última instancia, la tribu es también un lugar en donde se pone en juego el amor entre los individuos que la conforman. Recordemos que lo que mantiene unido a un grupo como tal son sus ligazones libidinales. Claramente, como en cualquier otro espacio social, la tribu podría llegar a ser riesgosa para el individuo, como así también el individuo podría ser riesgoso para la tribu de la que forma parte. Por ejemplo, si en una tribu se fomenta la violencia o el uso de drogas indiscriminados, por decir algo, no es menos riesgoso que la misma situación se de, por ejemplo, fomentada desde la instituciones y los medios masivos de comunicación del mundo adulto. En todo caso, la pregunta habría que redireccionarla desde las tribus en sí hacia los elementos perjudiciales como la violencia en todas sus formas y espacios sociales.

 El joven puede también pertenecer a una tribu por sus propio pensamiento, es decir tal chico que llega a tal tribu por tener en común ciertos ideales y gusto. Es importante recordar que pertenecer a una tribu urbana les da la oportunidad a muchos jóvenes y no tan jóvenes de poder expresarse al compartir con un grupo social su forma de pensamiento, cuestión que abiertamente se tiene que respetar, ya que todos estamos en el derecho de poder escoger el camino que queremos transitar, pero siempre con conciencia.

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